lunes, 24 de febrero de 2014

Amar sin apegos

Si hay una cosa que debemos aprender mientras cruzamos el sendero de nuestra vida, es que nacemos y morimos solos, incluso diría que vivimos también solos, solos con nosotros mismos, y siendo así, no deberíamos atarnos, ni a las cosas, ni a los momentos, ni mucho menos a las personas. Podemos amar con locura, querer con pasión, pero cuando llega el momento, debemos soltar amarras y dejar que los demás se puedan ir o marchar para emprender una nueva etapa. Es como cuando un hijo abandona el hogar familiar, y siente tanto apego a la familia que vuelve una y otra vez en busca de respuestas, o cuando nos anclamos en un lugar, cerrando todas las puertas que el mundo nos abre, preferimos encadenamos, depender de alguien o algo, cuando debemos ser libres. 

Estamos llenos de inseguridades, de miedos, de preguntas, de vacíos, y en cuanto tenemos, o creemos tener algo donde aferrarnos, lo cogemos con todas nuestras fuerzas, y deseamos que esa situación perdure en el tiempo, y pese a que en muchas ocasiones es maravilloso, en realidad es un obstáculo, hay que disfrutar de lo que se tiene, y cuando lo perdamos, buscar nuevos horizontes.

Amar a una persona, a una profesión, una actividad, un país, .. es de las sensaciones más plenas que podemos tener, siempre que sea un amor de corazón, pues sólo éste implica libertad, dar sin esperar nada a cambio, disfrutar de tu ciudad, disfrutar de las amistades, de la pareja, sin complejos, sin devoluciones, sin ataduras. Debemos disfrutar de lo que nos rodea, amar a quienes nos hacen reír y suspirar, pero no debemos sentir apego, si alguien que queremos quiere marcharse, debemos dejarle el camino libre, si un hijo tiene que abandonar el hogar, debemos ayudarle en su emancipación mucho antes que se produzca, si un amigo necesita libertad, hay que dársela, si una actividad cesa, hay que buscar otra.

Hay que amar, pero dejando libertad, no ahogando, o los primeros que nos ahogaremos seremos nosotros. Si nuestras inseguridades, nuestros miedos y costumbres nos dominan, cualquier alteración de nuestra vida nos llenará de sufrimiento y dolor, y lo peor, no sabremos reaccionar. Debemos amar de corazón, disfrutar de nosotros mismos, sentir, y sólo así seremos recompensados, no por los demás, si no por nuestra propia alma.

Y en la despedida de alguien querido, hay que dejar puertas abiertas, hay que entregar la llave, pues los caminos nunca son rectos, y tal vez, una de esas ramificaciones, nos vuelva a unir, pero siempre hay que dejar marchar y disfrutar del presente.

Ama con el corazón, y amarás sin apegos.

Valencia. 24-02-2013

Bea García.

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